A veces la rutina se instala en una etapa de inercia que paraliza la inquietud por descubrir y aprender cosas nuevas. Esa pasividad nos mantiene anclados, durmientes, sin posibilidad de avanzar en otra dirección.
Despertar de esa rutina ayuda a buscar siempre los momentos que dan sentido a la vida sin pasar por alto cualquier detalle por nimio que sea. La mejor recompensa de todo ello serás tú mismo porque habrás sabido reaccionar antes de que tu ancla quede oxidada.
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