¿Dónde
quedaron la zambomba y pandereta que unían a las familias en una casa?
Da igual
que la casa fuera más grande o más pequeña, todos sin excepción se reunían para
compartir ese momento mágico de la Navidad; con botella de anís del mono y una
cuchara en mano se improvisaba un villancico de los de toda la vida y que ahora
son tan difíciles de escuchar.
No pasaba
nada si apenas se dormía, una cabezadita en un sillón en mala postura era
suficiente para seguir la fiesta familiar.
¡Qué
recuerdos aquellos, cuando mi abuelo aún vivía y la familia nos reuníamos y
entre villancicos, comida copiosa y chistes uno tras otro todo el mundo
disfrutaba!
Recuerdos
de infancia que a veces echo de menos porque estábamos todos. Todo cambió en
algún momento y apenas uno ya habla casi con nadie, sólo los más cercanos de
sangre, con los que uno quiere seguir compartiendo un trocito de Navidad.
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