Apenas sin darnos cuenta hemos
entrado en una dinámica en la cual nuestra vida nos arrastra para dar detalles
pequeños y grandes trozos de cómo somos, lo que hacemos, lo fantásticos que creemos
ser o parecer…
Nuestra propia naturaleza nos hace no querer
estar solos, observar y ser observados, algo que nos hace detallar capítulos de
nuestra propia vida, mostrados para ser expuestos en un escaparate, en el cual
el resto de nuestros “amigos”, “conocidos”, “familia”, o incluso, algunas otras
personas, digamos “de rebote aproximados”, se detienen para observar dónde
hemos estado, lo que hemos hecho, conocer nuestras opiniones y pensamientos, y contemplar
esa foto que hemos etiquetado queriendo dar cuenta de ello.
Hemos hecho que nuestras vidas se
expongan en un gran escaparate donde todo cabe, donde cada día cambian los
elementos, donde la tendencia se queda obsoleta en un segundo, y donde en
definitiva observamos todos y cada uno de los escaparates abiertos a nuestros
ojos como si de un “gran hermano” se tratara.
De ti depende.
Es posible que las cosas de los demas nos interesen mas incluso que las propias, es posible que nos guste exponer lo que molamos, es posible que a falta de un sicolog@ al que apedrear con tus historias lo tengamos que contar de alguna otra manera, es posoble que......EL OTRO
ResponderEliminarNo sólo lo creo posible sino que considero que es más que probable que la curiosidad a veces nos puede más y nos hace asomarnos a esa ventana infinita de las redes sociales, donde parece que nada tiene fin. Y, además, estoy totalmente de acuerdo en la función que tiene para suplir el aspecto en ocasiones de contar nuestras cosas delante de un psicólogo, de esta forma escribimos y contamos lo que se nos ocurre en ese momento, sin que nadie nos guíe sobre cómo hacer esta tarea, somos nosotros mismos frente a un teclado y una pantalla, que aguanta nuestras penas alegrías, nuestros estados de ánimo, etc... Siempre habrá alguien detrás de esa pantalla a quien interese conocer lo que se teclea, aunque sólo sea por el propio morbo de echar un vistazo de vez en cuando
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