Encendí el ordenador. Parecía que
fue ayer cuando había dejado aquel despacho con esa alegría festiva del
comienzo de vacaciones.
¡Qué pronto se habían pasado los días!. Ya estaba de nuevo en la misma posición, con los mismos papeles sobre mi mesa y
abriendo aquellos interminables e-mails de días pasados.
¡Dios mío por qué no habré echado
una primitiva...!, fue lo que pensé esa misma mañana cuando mi despertador sonó con esa
musiquilla irritante marcando el compás final de las merecidas vacaciones y el
regreso a la realidad.
¡Qué pereza levantarse para ir a
trabajar…!. Lo vuelvo a pensar de nuevo, rectifico, sí efectivamente, una gran
pereza... ¡pero al menos tengo un puesto de trabajo al que regresar!
Mi deseo para el nuevo curso
escolar: ¡ójala aquellos que no tengan trabajo lo encuentren lo antes posible!,
porque el reencuentro tras la pausa del verano es muchísimo más duro para
aquellos que no tienen ese despertador amargo de las mañanas que tras sonar
varias veces nos hace salir de la cama para ponernos en funcionamiento.
Como dice el refrán ¡Virgencita, Virgencita,
que me quede como estoy!
Feliz Reencuentro.
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