No suele ser habitual que una persona llegue antes al trabajo, más bien lo contrario, el horario de entrada casi siempre se retrasa, algunas veces por costumbre, otras por necesidad diaria, casi siempre la necesidad diaria suele ser dejar a los niños en el cole, en otros casos atascos en la carretera, en situaciones esporádicas por nieve, al margen de otros motivos pero no es momento de extenderse en este punto.
Hasta aquí todo se ve normal.
Distinto es cuando llega el horario de salida. No está muy bien visto eso de salir a tu hora para cumplir (no me gusta la palabra cumplir, suena a obligación), me corrijo , para seguir con tu vida diaria, estar con la familia un ratito antes de cenar, jugar con tus hijos, ayudarles en los deberes, leer…, y de un largo etcétera (hacer en definitiva otras cosas que durante la jornada laboral no puedes realizar pero que también forman parte de la vida).
Aún se tiene el concepto de que la persona que pasa más horas en el trabajo más allá de su horario habitual es más productiva, e incluso aunque no lo sea, nos gusta seguir viéndola en su sitio como si estuviese pegada con pegamento a la silla. ¡Somos así!
Debemos de empezar a entender que la productividad tiene su origen en que la dedicación de tiempo en el trabajo ha de ser de calidad, con independencia de estar sentado o de pie, dejando de aparentar trabajar dando la sensación que se está muy ocupado, sobre todo hacia el final de la tarde, precisamente cuando algunas personas han de seguir su vida para poder intentar conciliar trabajo y familia. Existe vida fuera, perder ese referente nos hace menos humanos.
¡ Nos queda tanto por recorrer ...!