¡Ummm, aún saboreo el regustillo de las vacaciones!
Sin horarios, con horas en el día para rellenar de todo aquello que hemos ido guardando en el cajón de “ahora no puedo porque no tengo tiempo” y que uno espera abrir con ansiedad para desempolvar en estos días en los cuales apetece hacer de todo, intercalando el descanso entre horas en el sillón para planificar con calma las distintas cosas que apetecerán hacer a lo largo del día.
Da igual en qué momento hacer el qué, lo importante es hacerlo cuando apetezca, de eso se trata, sin “obligaciones”.
Ya de vuelta, tras casi una semana incorporada al trabajo tengo la sensación de haber regresado hace más tiempo.
¡Con lo bien que se está de vacaciones!
PD: La capacidad de adaptación que tenemos es como la arena en un recipiente, que se adapta sin más a su forma.